Ante la inminente implementación de Fomilenio II destinado a la zona costero marino de El Salvador, el desarrollo de la agricultura en esta zona estratégica del país tiene una oportunidad, aprovechando la inversión procedente tanto de los fondos no reembolsables del gobierno de Estados Unidos, como del gobierno de El Salvador y fondos privados que sean estimulados para sumarse con proyectos productivos en esta zona.
La Junta Directiva de la Corporación Reto del Milenio (MCC, por su sigla en inglés) aprobó en septiembre pasado un nuevo convenio con El Salvador que contempla una inversión de al menos 365,2 millones de dólares, de los cuales 277 millones constituyen un donativo no reembolsable de los Fondos del Milenio y una contraparte del Gobierno de El Salvador por 88,2 millones.
Actualmente el gobierno de Estados Unidos está a la espera de la aprobación de las reformas a la Ley de Asocios Publico Privados (APP) que junto a la reforma de la Ley contra el Lavado de Dinero aprobadas a final de año constituyen los dos condiciones que faltaban para firma del convenio.
Uno de los componentes del nuevo convenio con la MCC es la creación de un Fondo para incentivar la inversión privada a partir de la provisión de bienes públicos; este Fondo se ha denominado “Apuesta por InversionES” y el año recién pasado, la Secretaría Técnica de la Presidencia lanzó una convocatoria para recibir expresiones de interés de inversionistas.
Como resultado de esta convocatoria, el gobierno recibió 61 expresiones de interés de potenciales inversionistas en proyectos que representan una intención de inversión privada por $475.6 millones y solicitan al Fondo $244.6 millones en bienes públicos o semipúblicos. Entre los bienes públicos y semipúblicos solicitados al Fondo se encuentran calles de acceso, acceso red eléctrica, plantas de tratamiento de agua, capacitación e infraestructura turística, entre otros.
Las expresiones de interés provienen principalmente del sector turismo con 21 proyectos equivalentes al 34% del total y los proyectos de naturaleza agrícola, agroindustrial y acuícola suman 17 expresiones de interés, lo que representa un 28% del total y solicitan al Fondo principalmente bienes semipúblicos que les permita desarrollar la cadena de valor de productos como el lácteo, mango, limón y miel de abeja para poder fomentar la exportación agrícola.
La Secretaría Técnica de la Presidencia, entidad del gobierno que ha coordinado el proceso de Fomilenio II, ha diseñado la Estrategia de desarrollo integral y sostenible de la Franja Costero-Marina de El Salvador como marco estratégico de programación para “concretar y articular las acciones que implementarán las distintas instituciones nacionales y locales de la administración pública en este territorio, tanto de forma directa como en asociación con organizaciones de la sociedad civil”.
Según el mencionado documento, la Franja Costero-Marina tiene un potencial estratégico único para convertirse en motor del crecimiento económico de la región y del país porque posee la mitad de las tierras más fértiles de la nación, tiene una gran riqueza y diversidad ambiental, una de las mayores de Centroamérica, con recursos sustantivos para actividades pesqueras y turísticas, que se conectan con otras zonas en la cadena volcánica con elevado potencial productivo.
Esta zona también cuenta con la más valiosa infraestructura de transporte y logística del país, con conexiones con Centroamérica y contiene en el mar territorial uno de los más grandes e inexplorados recursos del país.
La Franja Costero-Marina tiene una significativa importancia agroalimentaria para el país, ya que concentra el 35 % de la superficie terrestre nacional y el 61.5 % (769.7 kilómetros cuadrados) de los suelos de clase agroecológica I y II y 45.4 % de los de clase III.
Las principales zonas de agricultura intensiva y semintensiva de la Franja son las tres planicies costeras, que constituyen las zonas del país con mayor calidad de suelos y un alto potencial para el desarrollo de cultivos bajo riego. La planicie occidental se dedica sobre todo a la producción de granos básicos, en particular de maíz, y a la ganadería bovina intensiva, con grandes superficies de pastos cultivados o naturales.
También cuenta con importantes extensiones de caña de azúcar y la principal industria azucarera del país, siendo la planicie central una de las de mayor potencial para el desarrollo del sector primario, con 57 800 hectáreas aptas para la agricultura intensiva y semintensiva, aunque se estima que un 20 % está subutilizado.
Las planicies orientales que agrupan la Planicie Costera Oriental y la Planicie Costera del Golfo de Fonseca son superficies mucho más reducidas que las anteriores y cuentan con una gran diversidad de actividades, como hortalizas, granos básicos, frutales y ganadería.
La cadena volcánica, frontera norte de la Franja Costero-Marina, conformada por la cordillera de Apaneca y el sistema volcánico de Apaneca–Santa Ana, posee un importante valor agropecuario, principalmente por el cultivo de café y es una zona apta de forma casi exclusiva para la agroforestería y forestaría.
La cordillera del Bálsamo y su prolongación con el conjunto volcánico de Ilopango y San Vicente constituyen una zona apta para agricultura extensiva, agroforestería y forestería; la zona de transición entre el conjunto volcánico y la planicie central en la actualidad está sembrada de granos básicos o pastos naturales, un estimado de 20 mil hectáreas que se consideran subutilizadas; por su parte el sistema volcánico de San Miguel-Usulután posee importantes espacios de transición con la planicie costera, que tienen vocación para la agricultura semintensiva e intensiva.
A pesar del potencial descrito, se calcula que en conjunto cerca de 115 mil 479 hectáreas de esta franja no están siendo aprovechadas en función de su potencialidad y capacidad productiva, esto ocurre en mayor medida en los cultivos de granos básicos, pastizales, caña de azúcar, palmas oleícolas y salineras; en el caso de los granos básicos, que constituyen la producción más extendida, tan solo el 25 % del cultivo se hace en terrenos adecuados y 50 % se realiza sobre tierras cuya vocación productiva permitiría aprovechamientos más intensos.
El Gobierno de El Salvador, de acuerdo a la Estrategia de desarrollo integral y sostenible de la Franja Costero-Marina de El Salvador, define como apuestas estratégicas de país para alcanzar en el largo plazo “convertir a El Salvador en un país productor de sus alimentos y generador de excedentes para la exportación, reconocido por sus riquezas naturales y su gestión ambiental responsable y que potencia el uso sostenible del mar como patrimonio productivo”.
Esta estrategia también propone “convertir a El Salvador en un centro logístico y de servicios regionales, con industria moderna y especializada, y servicios turísticos de alta calidad, fundamentado en la calidad del trabajo de su gente”.